sábado, 8 de diciembre de 2007

París, te amo


Paris, te amo desde mi tierna infancia, y desde mi inicio en la Escuela de Arte, siempre estabas en mis pensamientos. Recorrí tus calles antes de pisarlas y me reuní con tus poetas y pintores antes de llegar a sentarme en los cafés de La Coupola, le Deux Magots o La Palette.
Llegué, y te observé para descubrirte, y tú para darme conocimientos y enseñarme el idioma de tantos poetas y literatos. Sentir el perfume de las panaderías y comer una buena baguette con queso francés. Vivir en buhardillas, pasearme por el Jardín Luxemburg, Les Tuilleries, y ver pasar las aguas del Sena con sus barcos llenos de turistas. Y así, de esa manera, te fui conociendo y amando a tus museos, teatros, music-hall, cines, bulevares, avenidas, calles, jardines y plazas, las cuales, fueron testigos de mis amores. Conocí el amor, aprendí a amar… La amistad con personas de otros países me enriqueció en conocimientos.
Aprendí a amar tu música, como es la sonoridad del acordeón, a esos artistas que durante años, te cantaron y te cantan, como lo fue “el pequeño gorrión”, quien con su voz nos hace románticos y vibrar con esas melodías amorosas y sentimentales. Esa pequeña mujer, pero, grande en sus cuerdas vocales como lo fue Edit Piaf (1915-1963) y muchos otros que te han cantado, pero, que han venido de otras tierras lejanas como: Charles Aznavour, Georges Moustaki, Ives Montand o Enrico Macias y muchos otros.
París, te amo, haz dado grandes revoluciones: en lo social, en el arte de la pintura, en el cine, en las ciencias, cuantos movimientos como: el impresionismo, el fauvismo, el cubismo, el surrealismo, el abstraccionismo, el cinetismo, el existencialismo y miles de otros ismos. Tus museos repletos de obras de arte. Con tu tradición y tus perfumes y, como también, dando la Revolución Francesa, y la consigna: “igualdad, libertad y fraternidad”. Es la Plaza de la Bastilla que queda como símbolo de la antigua cárcel, o el Mayo 68, en las cuales, tus calles se llenaron de gritos de protestas, fuego y humo, y se cuestionó todo lo referente a lo social y cultural.
Tus monumentos, entre ellos, el Arco del Triunfo y su historia de batallas, La Concorde, o la Torre Eiffel y sus 300 m. de altura; es un monumento de la modernidad, diseñada por Alexandre Gustave Eiffel y fue construida para ser destruida después de la gran Feria Universal de 1889, y pasaron los años, y hoy, es el gran símbolo de la ciudad y su icono más conocido. Fotografiada por miles de turistas del mundo entero, la cual, queda como una confirmación de haber estado en ella.
Sus vinos y los quesos nos acercan a la gran degustación y conocimiento del buen vivir, de saborear una buena comida que nos hace sentirnos, por momentos, un gran sibarita, porque Paris es para el amor, para el disfrute, para el placer, para el saber, y las cosas bellas. Sentarse en un café se convierte en un encuentro con la historia de ésta gran ciudad, que no deja de hacer brotar ideas para las artes en la mente de muchos artistas, y es el arte de amarla, también, como ciudad, y desde la terraza de un café, ver pasar las personas caminando, convirtiéndose así, en un gran atractivo.
París es la Place de Vosges, es igualmente, la Isla Saint Luis, donde se fundó la ciudad, con sus pequeñas calles al lado del Río Sena, donde los turistas hacen sus caminatas para reencontrarse con el París que conocen con sus lecturas, porque París se ama antes de conocerlo.
Paris es Notre Dame, su arquitectura gótica, sus esculturas religiosas, sus gárgolas, los vitrales, los cuales, iluminan su interior… oír un concierto en este lugar medieval es sentir toda la sonoridad cargada de muchos años de historia.
Paris, te amo con tus callejuelas… es subir a Montnmartre y casi sentir y ver a los pintores impresionistas, e imaginarse a Toulouse Lautrec en El Moulin Rouge dibujando las bailarinas o las prostitutas. Es sentarse en la place de Tertre y observar a los bohemios pintores realizando sus paisajes, y pedir un bistec con papitas fritas y colocarle un poco de mostaza, acompañándolo con un buen vino y queso roquefort… eso es Paris, oír el acordeón y transportarnos a los años de posguerra. Sentir el hablar de diferentes personas de otros países, porque París es una de las ciudades más cosmopolitas y una de las más fotografiada y visitada.
Dejar Montmartre, luego, tomar el metro y venirse hasta el barrio latino y llegar hasta Montparnasse y recorrer sus calles. Es pasearse por los lugares donde Picasso y su banda recorrieron llenos de miserias, amores, ideas y creatividad… llegarse hasta Saint Germain de Prés o Saint Michel, es vivir y sentir la moda, visitar las galerías y tomarse un cafecito en el Café de Flore. Eso es, también, París. El espectáculo callejero, y disfrutar sus vitrinas y recorrer sus rincones, para amarlo, Paris se deja querer; París que me proporcionó mucho referente a cultura, la ciudad de las exposiciones y de confrontaciones, la gran metrópoli que adopta a personas de todos los lugares del mundo.
La urbe donde nacieron mis hijas, el Paris de los carruseles, donde se montaban mis chiquillas y daban vueltas y más vueltas montadas en los caballos de madera policromados y luces de muchos colores, y al fondo se oía la música francesa.
El Paris de diferentes acentos, de diferentes pensamientos, el París ecléctico. Esa ciudad a la que amo y seguro que para muchos es igual el amor que le profesan... París es para vivirlo, sentirlo, poseerlo y disfrutarlo visualmente, para llegar a ser su amante eterno, para tomarse un buen vino y comer un plato típico. Es sentir las voces de: Charles Trenes, Aznavour, Tino Rossi, Maurice Chevalier , Edith Piaf cantándole con y por amor a Paris, a sus cafés, a sus plazas, a sus habitantes… porque la ciudad es para amarla antes de conocerla, y, a conocerla es para amarla toda la vida, porque sus calles, sus cafés, sus bulevares, sus artes y su bohemia, dejan en uno el gran amor, como los Campos Elíseos y muchas otras imágenes, las cuales, quedan grabadas para siempre y se convierten en esos amores que uno perpetúa, porque Paris es para piropearlo toda la vida. Yo te viví y te amé durante veinte años y siempre te recuerdo, de ti aprendí mucho y cada día la nostalgia me invade y sólo tengo, por ahora, las vivencias de haber estado, amado, vivido y pisado tu suelo. “Paris, Ciudad Luz” Te amo París… au revoir et á bientôt.

Esteban Castillo
Estebancastil26@hotmail.com

2 comentarios:

Unknown dijo...

es un texto que me traslada a una vida transhumante por europa,en pro de una identificacion con el quehacer de las artes a traves de la imagen.

Unknown dijo...

es como los recuerdos del marinero, que luego de pasera por tantos mundos añora su hogar, lara te espero por tus trabajos. y todos los guaros que comparten en tus obras toda tu vida reflejada en ellas.